JESUS NAZARENO

 


Esta imagen debió procesionar ya desde el siglo XVII en la mañana del Viernes Santo acompañada de otras, siguiendo la tradición castellana de sacar todos los pasos procesionales con el fin de rememorar de manera cronológica las diferentes escenas de la Pasión.


En el año 1882 se documenta por primera vez la asistencia a las procesiones de la Orquesta o banda de música con un precio de 120 reales, cuyo significado dentro del cortejo procesional puede que se deba a la herencia de las capillas musicales del siglo XVIII, que interpretaban marchas fúnebres y gregorianos funerarios.

Tras el pasacalles, la procesión se inicia a la seis de la mañana del Viernes Santo con el sermón de pasión en el Patio de San Francisco y, una vez concluido, se lleva a cabo la subasta de pasos. Finalizados estos preliminares da comienzo la procesión. El único paso que parte del Patio de San Francisco, es el de Ntro. Padre Jesús Nazareno, acompañado por los armaos y su banda de cornetas y tambores, banda de la cofradía y, cerrando el cortejo, banda municipal de música y Hermano Mayor portando la cruz, al igual que el resto de los cofrades y acompañado por los Hermanos Mayores de las demás Cofradías y por la autoridad eclesiástica y civil.

Tras breve recorrido, dependiendo del itinerario, se predica un nuevo sermón al tiempo que se produce el encuentro de Cristo con la Virgen Dolorosa y San Juan. Tras él, se constituyen los diversos tramos y el cortejo sigue su discurrir hasta la llegada al Ejido de san Sebastián, momento en el se predica el tercer y último sermón y se produce el encuentro de Jesús con la Verónica.

Formado el cortejo con sus tramos definitivos, se inicia la procesión propiamente dicha con los pasos de Jesús Nazareno, San Juan, la Verónica y Ntra. Sra. de los Dolores cerrando el cortejo.

Tal y como nos lo demuestra la documentación gráfica conservada, sabemos que la actual imagen de Ntro. Padre Jesús, procesionó por primera vez en la Semana Santa de comienzos de la década de 1940.

Esta nueva imagen de Ntro. Padre Jesús Nazareno, obra anónima, por sus características formales queda cercana a la obra del valenciano Francisco Pablo que tanto trabajó para nuestra ciudad.

La escultura es de maniquí articulado en la que solamente se talla cabeza, manos y pies. Como imagen de vestir, su atuendo fue, en principio, la antigua túnica conservada, aunque por diversos motivos es sustituida por una nueva, imitando a la anterior, realizada en el año 1987 para procesionar al año siguiente.

El rostro, está tallado con una cierta dulzura y suavidad, a pesar de remarcar las facciones, pómulos, nariz, etc., para incidir mucho más en el sufrimiento y la debilidad física debido, no sólo al castigo, sino también por el ayuno que Jesús sufrió durante su proceso. Sus cejas arqueadas unen su ceño con la nariz y su boca entreabierta, que deja ver sus tallados dientes, como síntoma de fatiga. Sus ojos, de cristal, muestran una mirada profunda dirigida hacia el espectador que la contempla como si quisiera transmitir el mensaje de que su Pasión y Muerte está motivada para redimir nuestros pecados.

La barba enfatiza mucho más el aspecto lineal de su rostro para hacer hincapié en su dolor. El pelo natural sirve para marcar aún el realismo propio de estas esculturas que está encaminado a estimular al fiel. Sus manos, bien trabajadas, aunque la mano que soporta la cruz no posee esa capacidad expresiva que requiere la escultura por tener tallados sus dedos unidos entre sí. Los pies, perfectamente trabajados aunque vayan ocultos por la túnica, muestran la tensión propia de la caída y del intento por incorporarse.

Las potencias y la corona de espinas son las mismas que poseía la imagen destruida. En los últimos ha procesionado sin el antiguo fajín, que ha sido sustituido por un cíngulo pendiente del cuello, anudado a la cintura y prolongado hasta los pies y así cumplir la profecía: "Como cordero llevado al matadero".

El Cirineo.

Simón, llamado el cirineo por pertenecer a la región de Cirene, (norte de África), es uno de los personajes más representados en la iconografía pasionista. Venía del campo con sus dos hijos y, al encontrarse con el cortejo que llevaba Jesús hacia el martirio, es obligado a portar la Cruz de Jesús ante su caída por la debilidad de su cuerpo, gesto humano digno de imitar y que es reproducido en esa frase que dice "que cada uno cargue con su cruz y me siga".

Respecto a la imagen del Cirineo, al ser antigua y adaptarla al nuevo paso, las manos no sostienen la cruz. El artista refleja fielmente la figura corpulenta de un hombre que viene de trabajar sus tierras y es obligado a portar la cruz.

Se trata de una escultura totalmente tallada que lleva una túnica corta siguiendo modelos de aquella época. El rostro, bien trabajado, presenta a un hombre de nariz aguileña, ojos de cristal azules, barbado, boca entreabierta por el esfuerzo y el pelo de color rubio cobrizo está trabajado, al igual que la barba, en grandes mechones en donde la gubia profundiza como si de técnica de trépano se tratara para producir así un gran efectismo de claroscuro y volumetría.

Los brazos y manos muestran a un hombre fornido, al igual que su piernas, que van calzadas por unas botas de piel a imitación de los modelos de la Antigüedad.

El paso de Ntro. Padre Jesús iba portado en andas, pasando después a la carroza y trono actual.

Desde 1987 procesionó con una carroza encargada al valenciano D. Miguel Sánchez Cervera, maestro fallero, que con la adquisición del nuevo trono fue readaptada al paso de Cristo Resucitado.

La canastilla se construye según dibujo original de D. Manuel Guzmán y sigue los preceptos del neobarroco. Realizada en madera de caoba preparada para barnizar, con la posibilidad de una posible policromía posterior.

La canastilla es una de las obras más interesantes que procesiona en la provincia Ciudad Real. El barnizado actual no le resta calidad aunque debería ser dorada y policromada para adquirir no solamente la vistosidad, sino también la concepción barroca con la que fue ejecutada, máxime, si tenemos en cuenta que las dos obras anteriores que realizó el artista para hermandades de Calzada están doradas y policromadas. 
El trono se compone de un toro o bocel sobre la mesa, en la que descansa la canastilla propiamente dicha. Este bocel está formado por unos listeles sobre los que se talla el toro, ornamentado con una decoración floral entre óvalos calados, y con un pseudocontario.

La canastilla, tanto en planta como en alzado, presenta en todos sus lados la utilización de elementos mixtilíneos a base de entrantes y salientes que la dividen en diversos paños marcados por grandes remates vegetales en las esquinas, poseyendo el central un tarjetón con el relieve que representa a Jesús Nazareno cargado con la cruz.

La base, formada por planos cóncavo-convexos que la dotan de gran movimiento al igual que toda la canastilla, está decorada con molduras que semejan gallones sobre las que se dispone una interesante adorno calado formado por entrelazos y decoración vegetal. Sobre ella dos contarios que remarcan el paño convexo, también calado, con decoración vegetal simétrica en torno a un tondo o tarjetón en los paños laterales y frutos en el frontal y trasero, enmarcada por dos cabezas de angelotes al más puro estilo barroco de las canastillas del siglo XVII.

En su parte superior dos franjas con decoración de sarta de ovas y flechas y hojas de acanto. Composición y decoración basada en láminas de los tratados de arquitectura del bajo renacimiento, sobre todo del libro IV de Serlio. Toda la canastilla está rematada por una crestería formada por decoración vegetal a modo de roleos que parte de una concha central muy estilizada.

En los vértices y centro, tanto laterales como frontal y trasero, se rematan por grandes y hermosas cartelas de cueros recortados, de tradición manierista, exornada con decoración vegetal y coronada por una estilizada hoja de acanto. En su parte inferior aparecen tallados una serie de frutos.

Los faldones son de terciopelo morado con un sencillo remate a base de flecos de hilo de oro. El buen hacer del maestro queda reflejado en esta canastilla a pesar de carecer de faroles.

Al ir portado sobre ruedas este paso pierde gran parte de su fuerza, así como ve disminuida su belleza con respecto a ser llevado sobre hombros.

El exorno floral con el que procesiona, cumple estrictamente la decoración de un paso de Cristo pues sale a la calle adornado con claveles rojos y, a veces, acompañados por lirios; de este modo, se ha conseguido convertirlo en uno de los pasos más emblemáticos de nuestra Semana Santa.

*Textos sacados del libro “Calzada Penitente, Pasos, Cofrades y Cofradías”, de los autores Enrique Herrera y Juan Zapata.